clave para un matrimonio y familia estable


Todos traemos al matrimonio cargas emocionales que han dañado nuestro balance emocional en algún área de nuestra vida, y si esa área no es restaurada, va a provocar conflictos en la relación matrimonial y familiar. Raíces de amargura, votos internos y experiencias traumáticas por ejemplo, son circunstancias que provocan actitudes negativas en la vida de los seres humanos.

Restauración, es un término que tiene mucho que ver con la raza humana. Al ser humano, se le considera un ser en condición deteriorada por causa de su debilidad espiritual. Por esa razón, el ser humano tiende más hacia lo destructivo que a lo constructivo, a menos que sea una nueva criatura en Cristo.

El 95 por ciento de los matrimonios de la población mundial, necesitan ser restaurados en alguna medida. Algunos más que otros, pero todos necesitamos restauración en algún área. La ignorancia, el egoi­smo, la tendencia autosuficiente, el orgullo y actitudes como estas, afectan a la gran mayoría de los matrimonios.

Cristo Jesús vino para darnos vida y vida en abundancia; pero muchí­simos cristianos no viven esa vida en abundancia en su matrimonio, porque no han sido restaurados en áreas importantes de su vida. La Palabra de Dios, es un manual extraordinario de restauración escrito por nuestro Creador. Solamente ÉL sabe perfectamente cómo funciona nuestra mente y cómo restaurarnos.

2 Timoteo 3:16-17 dice que «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra».

Estos versículos bíblicos nos hablan de cómo la Palabra de Dios está diseñada para restaurarnos como seres humanos a fin de que seamos hombres y mujeres restaurados y preparados para ser buenos esposos, buenos padres, buenos hijos, que representemos con nuestro modelaje al Dios del cielo.

Gálatas 6:1-2 nos enseña «Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo con espiíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que  también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplidas­ la ley de Cristo».

Igualmente la escritura nos enseña a restaurar a los hermanos que caen en alguna falta. Jesucristo nos lo modeló también con el caso de la mujer adúltera. Especialmente si se trata de tu esposo o tu esposa. Si tu pareja comete alguna falta, restauradle con espíritu de mansedumbre; o sea no le caigas arriba con juicio y acusación para hacerle sentir mal. Si somos hijos de Dios, debemos restaurarle con una actitud mansa, como nos gustaría a nosotros que nos traten si cometemos un error.

La mansedumbre se evidencia en nuestra disposición a ceder nuestros derechos por amor a Dios y en beneficio de otras personas a nuestro alrededor. Habla de tratar con suavidad y benignidad, sin egoi­smo ni orgullo. Los mansos están dispuestos a ser obedientes a la Palabra de Dios, aunque de momento afecte las emociones. Trata con mansedumbre a tu pareja y a tus hijos, siempre.

Fuente: Cristianos.com

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